Santiago Gamboa nos deja en Será larga la noche una apasionante historia sobre una Colombia herida por la violencia y por el negocio de las iglesias oportunistas. En este escenario, dos mujeres, una periodista y una ex-combatiente de las FARC investigan la naturaleza de un enfrentamiento armado en la selva y la desaparición del niño indígena, único testigo de la balacera.
Aparte de la frescura y actualidad de la crónica, resultan especialmente conmovedora el análisis del autor sobre el tema de las distintas orfandades y su desesperada búsqueda de amparo (violencia, religiones, nuevas tecnologías, ...)
Cita II
Mis padres me vendieron cuando era niño. Me vendieron a una mina, en Minas Gerais. Yo tenía siete años. Por eso crecí en un mundo de hombres rudos, sin afecto. Mis juegos eran solitarias carreras entre los barracones. Mis juguetes, las herramientas viejas y quebradas de la bodega de aparejos. Para un niño, un juguete no es un capricho, es una necesidad. [...]
A los doce años un sacerdote me enseñó a leer y dijo que yo no era huérfano. Que todos éramos hijos de Dios. Ese es tu padre, me dijo, olvida el resto. Rézale todos los días, ya conoces la oración.
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